La mejor parte de Solemnidad de la Inmaculada Concepción

La mejor parte de Solemnidad de la Inmaculada Concepción

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Y Adicionalmente, a todos y cada individuo de los que continuaren interpretando las mencionadas Constituciones o decretos, de suerte que anulen el atención cubo por éstas a dicha sentencia y fiesta o culto tributado conforme a ella, u osaren promover una disputa sobre esta misma sentencia, fiesta o culto, o platicar, predicar, tratar, disputar contra estas cosas de cualquier forma, directa o indirectamente o con cualquier pretexto, aún examinar su definibilidad, o de interpretar o interpretar la Sagrada Escritura o los Santos Padres o Doctores, finalmente con cualquier pretexto u ocasión por escrito o de palabra, determinando y afirmando cosa alguna contra ellas, Ahora aduciendo argumentos contra ellas y dejándolos sin alternativa, Ya discutiendo de cualquier otra manera inimaginable; fuera de las penas y censuras contenidas en las Constituciones de Sixto IV, a las cuales queremos someterles, y por las presentes les sometemos, queremos todavía privarlos del permiso de predicar, adivinar lecciones públicas, o de enseñar, y de interpretar, y de voz activa y pasiva en cualesquiera elecciones por el hecho de comportarse de ese modo y sin otra afirmación alguna en las penas de inhabilidad perpetua para predicar y dar lecciones públicas, enseñar e interpretar; y que no pueden ser absueltos o dispensados de estas cosas sino por Nos mismo o por Nuestros Sucesores los Romanos Pontífices; y queremos asimismo que sean sometidos, y por las presentes sometemos a los mismos a otras penas infligibles, renovando las Constituciones o decretos de Paulo V y de Gregorio XV, en lo alto mencionados.

En la visión de la humilde y resistente figura de Pío IX nos inspiramos para encaminarnos con paso seguro hacia la gran empresa del Concilio Vaticano II, que está a la vista.

Por la plenitud de tu Humor, lo que estaba cautivo en el infierno se alegra por su independencia, y lo que estaba por encima del mundo se regocija por su restauración.

Y a Ella, a la Inexplorado, ayer que se instaure el Reino, porque el Reino de Alá se instaura en el momento de la Crucifixión y de la Muerte y Resurrección de Cristo, pero antes mismo de que Cristo muera e instaure el Reino, Altísimo aunque le aplica todas las gracias, todos los dones, todas las fuerzas salvíficas de su redención.

¿Qué significa en este momento dialogar de imposibilidades? La nómina se haría tan enojosa como prolija de las muchas cosas que nos desafían imponiéndonos su rostro más severo en donde quedan acorraladas la esperanza y la dicha, esas que en otros momentos parecían claras y definitivas.

¡Que preciosas son estas palabras! El augusto anciano Pío IX, al pronunciarlas el día de la Inmaculada de 1869, inaugurando con ellas el Concilio Vaticano, dio la tónica a su remoto sucesor; que con su favor el Señor las reciba, las repita luego desde ahora e invite a todos los hijos de la Iglesia católica a repetirlas en alabanza y súplica por el nuevo Concilio.

En el núsolo 508 el Catecismo describe: “De la descendencia de Eva, Jehová eligió a la Inexplorado María para ser la Madre de su Hijo. Ella, ‘llena de Chispa’, es ‘el fruto más excelente de la redención’; desde el primer instante de su concepción, fue totalmente preservada de la mancha del pecado diferente y permaneció pura de todo pecado personal a lo grande de toda su vida".

La ciudad primero esconde y luego expone al sabido. Sin piedad, o con una falsa piedad. En cambio, todo hombre alberga el deseo de ser acogido como persona y considerado una sinceridad sagrada, porque toda historia humana es una historia sagrada, y requiere el mayor respeto.

Tenemos que distinguir que a veces nos falta esa constancia en el seguimiento sobre todo en los momentos difíciles o en esas cosas que nos cuestan tanto ofrecer al Señor, porque sabemos que no están de acuerdo con lo que él nos pide. Certeza profunda y resistente, fidelidad y constancia en lo que creemos y aprender sostener en nuestros Solemnidad de la Inmaculada Concepción compromisos, son tres buenas lecciones marianas para este tiempo musculoso.

Por eso la liturgia nos hace celebrar hogaño, cerca de la Navidad, la fiesta solemne de la Inmaculada Concepción de María: el ocultación de la Gracejo de Jehová que envolvió desde el primer instante de su existencia a la criatura destinada a convertirse en la Origen del Redentor, preservándola del contagio del pecado llamativo.

Seguimos caminando en este camino que nos lleva hasta la Navidad del Señor. El Adviento es el tiempo litúrgico que nos dispone a reminiscencia de la arribada de Aquel que morapio, que volverá, sin haberse ido en absoluto de nuestro ala.

Queridos hermanos y hermanas, este es el mensaje que recibimos aquí, a los pies de María Inmaculada. Es un mensaje de confianza para cada persona de esta ciudad y de todo el mundo. Un mensaje de esperanza que no está compuesto de palabras, sino de su misma historia: ella, una mujer de nuestro linaje, que dio a candil al Hijo de Alá y Solemnidad de la Inmaculada Concepción compartió toda su existencia con él.

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Tal como lo explica el Catecismo en el núsimple 492, esta "resplandeciente santidad del todo singular" con la que Ella fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción", le viene toda entera de Cristo: Ella ha sido "redimida de la forma más sublime en atención a los méritos de su Hijo".